Los efectos de la globalización del mundo
impuesta por el desarrollo sin contrapeso del capital transnacionalizado
son hoy más dañinos que en los tiempos de la colonización
la mundialización arrasa hoy con más fuerza destructiva
las diferencias de los pueblos
devora sin piedad las culturas desprotegidas del planeta
le otorga el certificado de defunsión
a milenarias cosmovisiones que el hombre logró desarrollar
en sus diferentes y particulares formas de relación
con sus semejantes y con la naturaleza
La sabiduría y riqueza moral que contienen esas diferencias
sucumbe aplastada por la iniquidad de la ambición desmedida
que no reconoce otro norte que no sea la insaciable valorización del capital
imponiendo sus inhumanos valores y tendencias culturales

Cuando en 1989 se abrió la primera filial del Mac Donald’s en Moscú
su representante dijo:
“Tenemos la gloria de haber creado el Big Mac
él es igual en Río, Nueva York, Tokio, Pekin o Singapur
y ahora aquí en Moscú,
el mismo tipo de pan, de carne, de ketchup,
es la misma fórmula y el mismo gusto”

La mundialización transforma todo en un inmenso Big Mac,
el mismo estilo de hoteles, de vestuario, de películas, de videos, de música,
los mismos pecados y las mismas virtudes
la misma mentalidad en el polo norte, en los trópicos amazónicos,
en Roma y en Bangkok y en Tahiti,
el mismo estilo de consumo y de mercado por todo el planeta
todo tiende a quedar monótonamente igual