-Una enorme fuerza de trabajo en permanente expansión
constituída por los trabajadores temporeros eventuales y pincheros
acerca de los cuales no se conocen estadísticas precisas
que puedan reflejar la magnitud de su presencia en la actual economía
pero se sabe con certeza que en algunas actividades productivas
llegan a cubrir más del 60% de la mano de obra requerida
-1.050.000 trabajadores informales
que en condiciones de extrema precariedad ganan su magro sustento
-1.047.000 trabajadores que laboran en microempresas con menos de 5 empleados
sin ninguna posibilidad de defender sus derechos y poner atajo a los abusos del patrón
-500.000 trabajadores que laboran en pequeños talleres en sus viviendas
sin previsión contrato seguridad ni salud
-830.000 mujeres sometidas a la doble jornada del trabajo doméstico y remunerado
que acceden en forma esporádica a trabajos mal pagados
presionadas por la necesidad de complementar el pobre ingreso familiar
-350.000 niños trabajadores que en el campo y la ciudad con su deserción escolar
sus enfermedades provocadas por el temprano ingreso al mundo laboral
constituyen el reflejo más dramático y oculto del “paraíso neoliberal”
-Ese 1.300.000 ancianos que tras las reformas previsionales
encarnan los grados extremos de marginalidad económica y social
-900.000 integrantes de nuestras etnias originarias que hoy irrumpen desde el olvido
para representar con su existencia una abierta contradicción
con la expansión del modelo económico exportador
que requiere de sus tierras y sus brazos para alimentar la agroindustria transnacional
Este enorme ejército de trabajadores mal pagados y atropellados en sus derechos
junto a los miles de marginados por su condición intelectual cultural, sexual, edad o salud
comienzan a irrumpir a la vida social del país estas últimas dos décadas
transformando decididamente la estructura tradicional
del Chile de la miseria y marginación.