Edgardo Enriquez en Acto de Homenaje a Miguel en la Habana, Cuba el 20 de Octubre de 1974


Don Edgardo Enriquez F. padre de Miguel en inauguración de Hospital en la Habana




Discurso pronunciado por el compañero Edgardo Enríquez Espinoza, miembro de la Comisión Política del MIR, en el acto de homenaje al Secretario General del MIR, Compañero Miguel Enríquez Espinoza, caído gloriosamente en combate contra las fuerzas de la dictadura gorila en Santiago de Chile, el 5 de octubre de 1974


(Este acto de Homenaje a Miguel Enríquez, fue organizado por el PC de Cuba
asistieron representantes de todos los partidos de la Izquierda chilena,
y tuvo lugar en el Teatro Lázaro Peña
de la Confederación de Trabajadores de Cuba,
el día 21 de Octubre de 1974,
en la Habana Cuba)

Compañero Armando Hart, miembro del Eurd Político del Partido Comunista de Cuba.
Compañeros del Secretariado y del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.
Compañeros dirigentes de las organizaciones de masas aquí presentes.
Compañeros dirigentes de todos los partidos de la Izquierda Chilena presentes en esta tribuna.
Companeros trabajadores del pueblo de Cuba.

Compañeros y compañeras:

Quiero comenzar por decirles que este homenaje al Secretario General del MIR, compañero Miguel Enríquez, realizadó en el territorio de la primera revolución obrera y campesina de América Latina, auspiciado por el Partido de la clase obrera cubana, el Partido Comunista de Cuba, y en el Teatro -de la Confederación de Trabajadores de Cuba, C.T.C., es el mejor homenaje pótumo que se le puede rendir a Miguel Enríquez, un héroe de la clase obrera de Chile que cayó luchando por la revolución obrera y campesina de nuestro país.

Rendir este homenaje a nuestro Secretario General en el baluarte de la revolución proletaria de América Latina que es Cuba, es un honor para el Movimiento de Izquierda Revolucionaria de Chile y un hecho muy emocionante para el orador que les habla.

Fue el triunfo de la Revolución Cubana, en 1959, el que provocó un remezón en la conciencia de los pueblo y de los militantes de la izquierda de América Latina, en una época en que el dominio del imperialismo yanqui y de las burguesías nacionales del continente parecía tododeroso. Fue el ejemplo de esta revolución, fue el ejemplo de Fidel y del Ché, los que despertaron a la vida política y encendieron el optimismo revolucionario a toda una generación de revolucionarios latinoamericanos, entre los cuales se encontraban Miguel y sus compañeros. Fue el ejempí9 de esta revolución, que rompió con todos los escepticismos y esquematismos que se arrastraban desde décadas anteriores, el que influyó poderosamente en Miguel Enríquez y sus compañeros, y el que en 1965 condujo a la fundación del MIR. Posteriormente, fue el ejemplo revolucionario e internacionalista del Ché, la vida, la obra y la muerte de Ernesto Guevara, los que marcaron a fuego a toda una generación de revolucionarios latinoamericanos, entre los cuales estaba Miguel Enríquez.

Compañeros, estas no son frases de cortesía, sino la más estricta verdad.

Loss revolucionarios que hoy día están en la primera fila de la lucha contra el imperialismo y las burguesías nacionales en América Latina aprendieron de esta revolución que era y es posible derrotarlos. La clase obrera del continente, que hasta entonces sólo había cosechado derrotas cada vez que había confiado en los caudillos o los partidos de la gran burguesía latinoamericana, aprendió de esta revolución que era posible triunfar si la dirección política del pueblo tenía la firme voluntad de torrar el poder politíco para los trabajadores.

Los revolucionarios latinoanericanos discípulos de la revolución cubana

Los revolucionarios de América Latina aprendieron también de esta revolución y del Ché que en una revolución se triunfa o se muere si es verdadera. En este sentido, es completamente justo afirnar que los revolucionarios actuales del continente son discípulos de la Revolución Cubana y del Ché.

Miguel era uno de ellos, uno de los más destacados.

Por eso es tan emocionante para nosotros, por eso reviste la mayor significación para el MIR chileno, este acto de homenaje póstumo rendido en Cuba al Secretario General caído. Por eso es tan importante para nosotros que este homenaje póstumo a su menoría sea rendido en la cuna, en el territorio de la primera revolución proletaria triunfante en el continente.

Compañeros, este homenaje de la clase obrera, del pueblo y del Partido Comunista de Cuba representa para nosotros el acto más significativo e importante que se puede rendir al Secretario General caído.

Trazar un semblanza de la persona de Miguel Enríquez es una tarea muy difícil. Primero, porque su historia personal se confunde con la del MIR desde su más temprana juventud. Segundo, porque Miguel Enríquez no sólo era el Secretario General del MIR, sino que, fuera de toda duda, era el mejor, el más capaz y el más completo de sus compañeros.

Dirigentes y revolucionarios como él no se fornan de la noche a la mañana, y no cabe duda que reemplazarlo será para el MIR una tarea de titanes.

Pero lo harerros. El ejemplo de su vida y de su muerte, sus escritos, las normas que inculcó al MIR, nos darán la fuerza para hacerlo.

Por rara virtud, Miguel Enríquez reunía en su persona condiciones excepcionales de jefe político y teórico, jete militar, y conductor y organizador de masas del Partido. Los que le sobrevivimos, dirigentes y militantes del MIR, deberemos hacer un gran esfuerzo para reemplazarlo y continuar adelante la lucha.

Sabemos que antes de morir heroicamente, Miguel manifestó su confianza en que los militantes del MIR sabrían continuar la lucha. Los dirigentes y militantes del Partido no defraudarán sus últimas palabras y sebrán honrar su memoria no retrocediendo sino continuando la lucha hasta el derrocamiento de la Junta Militar gorila.

Los militantes del MIR no se han dejado ni se dejarán Influir por la enorme campaña publicitaria que han montado los gorila, chilenos, con el vano propósito de desmoralizar al MIR y a la Resistencia Chilena a raíz de la muerte de Miguel. Y así lo ha manifestado ya la Dirección del MIR en una declaración emitida en Chile pocos días después de la muerte de Miguel y divulgada al mundo a travás de algunas agencias calegráficas internacionales.

En la declaración aludida, la Comisión Política del Mir establece que Miguel murió luchando heroicamente en contra de más de quinientos efectivos militares que contaban con apoyo aéreo, y a los cuáles de todos modos ocasionó varias decenas de bajas antes de caer abatido. La declaración agrega que, a pesar de este golpe doloroso, la Comosión Política del MIR permanece en el país, que otro miembro de la dirección ha tomado el puesto del Secretabio General y que la lucha continúa hasta la victoria final.

La herencia de Miguel Enrfquez, un ejemplo y un Partido

Esa es la digna y valiente respuesta del MIR,de sus dirigentes y militantes ante la muerte de Miguel. Esa es la mejor prueba de que Miguel Enríquez supo formar a sus sucesores y a su Partido en la dura escuela del combate en contra de los enemigos del pueblo.

Es por ello que decimos que durante toda su vida Miguel había preparado la muerte de sus asesinos de hoy, pues Miguel ha dejado detrás suyo un ejemplo y un Partido que le sobreviven y que sabrán enterrar a sus asesinos.

Deja detrás suyo un ejemplo de consecuencia revolucionaria que asombra hasta a sus enemigos, el ejemplo del combatiente que no se entrega, del que lucha fieramente hasta el último aliento. Y este ejemplo será imitado cada vez más por los combatientes del pueblo de Chile.

Deja detrás suyo un partido marxista-leninista, el MIR chileno, cuyos dirigentes y militantes sabrán ser leales a su ejemplo, sabrán resistir este golpe amargo y doloroso, sabrán fortalecer las filas del Partido, transformando el odio e indignación en decisión irreductible de lucha contra la Junta Militar, la gran burguesía chilena y el imperialismo yanqui. Pues la muerte de Miguel ha ensanchado más aún el abisno de sangre limpia y generosa que separa irreconciliablemente al MIR y el pueblo de Chile de la dictadura gorila.

El Secretario General del MIR cayó gloriosamente, en desigual combate en contra de fuerzas militares enormemente superiores, y después de resistir durante más de dos horas con su fusil ametralladora. Esta forma de morir no es la de un mártir, sino la de un héroe de la clase obrera de Chile.

Pinochet y la alta oficialidad gorila deberían enrojecer de verguenza ante la ejemplar conducta en combate del Secretario General.

Asustados ante su ejemplo, los gorilas han intentado desprestigiar la imagen de Miguel y, por sobre todo, ocuultar al mundo que para matarlo tuvieron que utilizar a más de quinientos hombres. Pues como gorilones cobardes que son nunca han arriesgado la vida en el carrpo de batalla, nunca han pasado más allá de dirigir el combate de sus subordinados desde cómodos escritorios.

Ninguno de nuestros prepotentes generales gorilas jamás ha ganado su grado en el campo de batalla sino que en cambio los han ganado en concíliábulos de pasillo.

El supuesto "honor militar de los gorilones chilenos no llega más allá de su "coraje" para ordenar a sus subordinados que masacren a obreros. y campesinos desamados.

Hasta en este terreno en el modo de combatir y de morir, Miguel Enríquez demostro a la alta oficialidad gorila de Chile que los jefes revolucionarios saben batirse en el campo de batalla, saben resistir hasta el último aliento, aún contra fuerzas aplastantemente superiores, y que saben morir gloriosamente. Hasta el falso honor mílitar del cuerpo de oficiales chilenos ha quedado desenmascarado como cóbardía con la muerte de Miguel Enríquez.

El comportamiento en combate de Miguel sin duda no tiene nada que ver con Pinochet, el "héroe" de las salas de estado mayor, el que nunca ha estado ni siquiera cerca de un campo de batalla, el que nunca ha enfrentado las balas directamente, el que sólo sabe ordenar a sus subordinados la mesacre de un pueblo desarnado o la tortura a los detenidos y, naturalmente, desde un bien protegido y distante puesto de mando.

Tiemblan de espanto los gorilas chilenos, pues la muerte de Miguel les demuestra cómo saben combatir y enfrentar la muerte los revolucionarios, con que inmensa superioridad moral de fuerzas serán derrocados por los miles y miles de Miguel Enríquez que sabrán combatirlos con el mismo heroísmo que el Secretario General caído.

Pinochet el cobarde

Por su parte, los suboficiales, clases y tropas de las Fuerzas Arnadas de Chile debieran hacerse ahora algunas preguntas sobre sus superiores. Dónde está el honor de estos militarotes de salón que jamás han sido capaces de ganar honrosamente una batalla?

Quinientos hombres contra uno!!

Esas son las únicas batallas que Pinochet el cobarde puede ganar!!

Pueblos desarmados son los unicos enemigos que Pinochet se atrev a enfrentar, y aún así, desde atrás de su escritorio.

Una mujer herida y embarazada de siete meses, la compañera de Miguel Enríquez, Carmen Castillo, es el único prisionero que pinochet pudo tomar en la contienda, después que Miguel había muerto. Y como gorilote cobarde e indigno que es, la mantiene detenida para asesinarla o torturarla.

El pueblo de Chile es un pueblo viril, y tiene una sola palabra para calificar a aquellos que como pinochet y sus gorilones solo deben desquitarse con las mujeres una vez que los hombres han muerto.

Esa palabra con que hoy corresponde calificar a pinochet la conoce todo el pueblo de Chile y también todos los pueblos del mundo.
Ustedes saben cual es esa palabra
Con ella hay que señalar con el dedo a Pinochet. Por lo pronto, hagamos un esfuerzo y califiquémoslo ante el mundo solamente de Pinochet el cobarde.

...(..)...

Miguel Enríquez ha muerto como héroe de la clase obrear de Chile. Su memoria no puede ser motivo de llanto, de lamentaciones o de desmoralizaciones. El nunca lo habría permitido, ni lo permitió cuando otros compañeros cayeron en la lucha. Uno de sus rasgos personales más característicos era que no conocía ni perdonaba la debilidad.

Ahora su nombre es el estandarte de guerra del MIR, de la Resistencia Chilena en su conjunto y de la clase obrera y los oprimidos de Chile.
Ahora su nombre se inscribe junto al Che y otros grandes revolucionarios de América Latina, que, aunque muertos, siguen inspirando la lucha de los vivos.

Otro miembro de la Comisión Política del MIR, uno de sus viejos camaradas de tantos años y tantas luchas ha tomado el fusil del Secretario General caído, y se ha puesto al frente del partido, tal como Miguel y la Comisión Política lo habían establecido.

Es decir, la bandera rojo y negro, aunque con pendón de luto, sigue firmemente de pie, flameando ahora más honrosa que nunca y en la primera fila del combate contra la dictadura.

El MIR seguira siendo pesadilla de Pinochet.
El ejemplo de Miguel revivirá en cada combate de la Resistencia en el presente y en el futuro, templará más aún las filas del MIR, hará resistir a los torturados y será la inspiración y la consigna de la larga lucha de los obreros y campesinos de Chile.
La lucha continua !!.


Viva Miguel Enriquez!!!, será ahora la consigna de la lucha irreconciliable del MIR y la resistencia chilena hasta el derrocamiento de la junta militar.

Viva Miguel Enriquez!!!, será la sentencia del pueblo de Chile a sus verdugos,a los que hará pagar crimen por crimen.

Viva Miguel Enríquez!!!, es ya la consigna de manifestaciones, desfiles multitudinarios y homenajes combativos a la memoria del Secretario General, realizados en Europa Occidental, Estados Unidos y América Latina, y que han obligado a las embajadas chilenas a hacerse proteger por cientos y cientos de policías armados hasta los dientes y por decenas y decenas de vehículos policiales.

Viva Miguel Enríquez!, es la palabra de orden de algunos sindicatos obreros de Europa Occidental que han realizado paros de quince minutos en homenaje al Secretario General.

Viva Migual Enríquez!!!, es el mejor homenaje al Secretario General caído, que aún después de muerto se sigue estimuulando a los trabajadores y a los revolucionarios a la lucha, y que siguen inspirando el terror a sus asesinos.

Desle el golpe de estado hasta su muerte Miguel Enríquez permaneció en Chile a la cabeza del Partido.

El día del golpe militar participó personalmente en enfrentamientos armados con los esbirros. Posteriormente, dirigió directamente la reorganización clandestina del Partido y luchó sin tregua por la unidad de la izquierda chilena.

Pero Miguel no era solamente un hombre de acción, no era solamente uno de los más valerosos hombres de acción del Partido. Era también el jefe teórico y político del MIR. Buscado inplacablemente por la dictadura, inmediatamente después del 11 de septierribre de 1973 se dió tiempo para escribir el principal documente del MIR para el periodo, en el que analiza brillantemente la nueva situación de la lucha de clases creada a raíz del golpe militar, establece las lecciones de la derrota popular, las perspectivas del futuro y la táctica del Partido.

Este documento fue el primer estudio sistemático y coherente elaborado por un partido de la izquierda chilena inmediatamente después del golpe militar. Fue aprobado por la Comisión Política del MIR en los primeros días de Diciembre de 73. Lleva por titulo "La dictadura gorila y la táctica de los revolucionarios en Chile", y constituye sin duda una contribución talentosa y original a la teoría del marxismo-leninismo, aplicada a las condiciones concretas de un período contrarrevolucionario como el que vive Chile hoy. Adernás, ese docunnnto fue y es la orientación táctica y estratégica que fortaleció decisivamente las filas del MIR después del golpe de Estado.

Podemos atestiguar, y lo hacemos con emoción, que escribió este documente cuando su seguridad personal no estaca aún garantizada, cuando ya encabezaba la lista de los buscados por la dictadura, cuando arriesgaba la vida reorganizando las filas del MIR después del golpe y mientras burlaba una y otra vez los cercos de los esbirros.

En aquellos meses difíciles, meses en que todo parecía perdido, el Secretario General se lució más grande que nunca permaneciendo en Cnile, en su puesto de lucha. Con una fe inconmovible en la clase obrera y el pueblo de Chile, fue el estímulo y alma de la reorganización del MIR y de la lucha por la estructuración de la Resistencia chilena.

Aunque su cabeza estaba puesta a precio por los gorilas, su energía y su ejemplo lograban prodigios en los demás. Su optimismo inquebrantable en la victoria levantaba el espíritu de los que se sentían derrotados, su ejemplo alejaba los temores de los débiles, sus insultos aislaban a los cobardes y sus palabras templaban las filas del MIR. Su prestigio personal entre las masas era inmenso. Su nombre era una esperanza para muchos. El lo puso al servicio del Partido y de la revinculación de éste con la clase obrera y el pueblo de Chile.

Organizador de masas por convicción ideológica y por aptitud personal, discutió largamente dentro del Partido las plataformas políticas y reivindicativas, y asimismo las formas orgánicas necesarias e indispensables para reestructurar el movimiento obrero y acelerar la reanimación general de la lucha de masas. Atento a toda manifestación de resistencia de las masas en contra de la dictadura, estudió personalmente con los encargados una por una las formas de lucha puestas en práctica por la clase obrera y los sectores populares más conscientes. Estableció cuidadosamente aquellas formas de lucha qué el Partido debía irrpulsar por todos los medios, su generalización a cada vez más vastas capas del pueblo, y se reunía periódicamente con los responsables de estas tareas para conocer la marcha del trabajo político del Partido. Sabía también que sólo la unidad de la izquierda, de todos los partidos de la izquierda chilena, junto a los cristianos progresistas, podía multiplicar los esfuerzos individuales de cada partido y acelerar la recuperación de la clase obrera y el pueblo y la reanimación general de sus luchas. Es decir, sabía que no bastaba el esfuerzo de un hombre, y ni si quiera de un sólo partido, para reorganizar las luchas proletarias al más corto plazo posible y derrocar a la dictadura. Llevado por este ánimo unitario, que era unánime en la Dirección del Partido, redactó personalmente la plataforna política que, con fecha febrero de 74, el MIR propuso a todas las fuerzas dispuestas a luchar contra la dictadura. Más aún, desde el mismo día del golpe hasta su muerte, supervigilo directanente las gestiones encaminadas a la constitución del Frente Político de la Resistencia en Chile.

Combatió sin tregua el derrotismo de los que creían que a raíz del golpe todo estaba perdido por un largo tiempo y también la impaciencia de los que pensaban que la victoria estaba a la vuelta de la esquina. Fundado en la experiencia del marxismo-leninismo, y en la observación empírica de los efectos de la contrarrevolución burguesa-imperialista chilena, la más profunda y extensa conocida en los últimos cuarenta o cincuenta añlos, el Secretario General volcó su esfuerzo personal a las dos tareas centrales del nuevo período: la reorganización del Partido para las nuevas condiciones de la lucha politica y militar de nasas, y el impulso de la unidad de los partidos de izquierda y los cristianos progresistas para el derrocamiento de la Junta Militar.

Miguel y la Comisión Política del MIR sabían que después de una derrota tan dura como la chilena, sin unidad de la izquierda no había posibilidad de pronta reanirnación de las luchas obreras y populares, por una parte, y que por otra parte, sin partido revolucionario no había posibilidad para la clase obrera de Chile de aprender las lecciones de la derrota y preparar el triunfo del futuro. Es decir, Miguel y la Comisión Política del MIR sabían que después de una contrarrevolución burguesa-imperialista tan profunda y extensa como la chilena, la unidad de las fuerzas antigorilas era la condición de la recuperación más pronta de la clase obrera y el pueblo de Chile de los golpes más duros sufridos desde el 11 de septiembre, y que la reconstrucción del Partido era la garantía de que esa reanimación posteriormente no desembocara en una nueva derrota popular.

A la vez, Miguel y la Dirección del MIR sabían que la lucha interburguesa agudizada después del golpe de Estado no podía confundir a la clase obrera y el pueblo de Chile al extremo de llevarlos a ponerse detrás de una oposición burguesa que, aunque levantaba y levanta algunas tímidas reivindicaciones humanitarias y democráticas frente a la dictadura, no dejaba ni deja de colaborar con ésta, llevada por el interés común de clase de asegurar la victoria del conjunto de la gran burguesía de Chile sobre la clase obrera y los partidos de la izquierda chilena.

El Secretario General, la Comisión Política y todos los militantes del MIR sostuvieron y sostienen que si bien es legítimo impulsar y aprovechar las brechas abiertas por la lucha interburguesa agudizada después del golpe, la caída de la dictadura sólo se producirá por obra de la lucha tenaz y sistemática de la Resistencia Popular, es decir, por obra de la fuerza propia de la clase obrera y el pueblo de Chile.

Para afirmar este camino era y es imprescindible sobreponerse a los efectos de la derrota popular del 11 de septiembre, luchar por impedir toda tentación de alianza de sectores populares chilenos con la oposición burguesa, es decir, con el Partido Demócrata Cristiano de Chile como tal y, en cambio, defender a todo trance la lucha política independiente, de cIase, de una alianza social constituida por la clase obrera, la pequeña burguesia pobre y las capas pobres del campo y la ciudad.

En medio de una derrota tan profunda, en que a veces todo recurso parecía legitimo, hasta las alianzas o los intentos de alianza con la oposición burguesa o las esperanzas en supuestos grupos militares progresistas del ejército gorila, el Secretario General luchd sin tregua por inpedir que la izquierda chilena cayera de hecho en una política de espera, en la ilusión de que la dictadura podría ser derrocada a corto plazo, exclusivamente por obra de las presiones de la oposición burguesa o de sectores supuestamente democráticos de las Fuerzas Armadas.

El Secretario General y la Dirección del Partido sabían y saben que toda apertura liberal en Chile no podría sino ser conquistada, fundamentamente, por obra de un fortalecimiento de la lucha conjunta de la izquierda chilena en contra de la dictadura y despuás del derrocamiento de la misma.

El y la Dirección del MIR habían aprendido estas lecciones del estudio de los escritos de Lenin y de la experiencia mundial del proletariado después de la muerte del Jefe de la Revolución de Octubre. Además, la observación empírica del comportamiento de la Democracia Cristiana chilena demostraba y demuestra, a todo aquel, que no quiere cerrar los ojos voluntariamente, que no se puede luchar contra el enemigo aliándose con un cómplice y un colaborador del enemigo, como era y es el Partilo Demócrata Cristiano de Chile como tal.

La muerte de Miguel Enríquez no demuestra otra cosa que este camino, el de la línea de clase para luchar en contra de la dictadura, es un camino muy difícil y que hay que estar dispuesto a pagar un precio muy alto en el recorrido.

El camino de la revolución no es un lecho de rosas, ni la primera salida, ni la más fácil que se ofrece a los pueblos de América Latina. A veces, como ocurre hoy día en Chile, es el camino más difícil.

Pero no hay otra alternativa.

Por eso, la muerte de Miguel no es para el MIR un mensaje de retirada política sino precisamente lo contrario, un mandato para seguir su lucha intransigentemente hasta la victoria final.

El Secretario General del MIR, entonces, no sólo ha caído luchando en contra de la dictadura gorila sino que, además, luchando por un camino independiente, por una línea de clase en contra de la dictadura burguesa-imperialista de Chile. Por eso decimos que Miguel Enríquez no es sólo un héroe de la lucha contra la tiranía de los gorilas, sino que es, además, un héroe de la lucha independiente de la clase obrera y del pueblo de Chile en contra de la dictadura.

Nuestro Secretario General ha caído gloriosamente luchando por esa linea política, por ese programa. No seremos nosotros, los dirigentes y militantes del MIR que le sobrevivimos, quienes traicionemos su herencia, su ejemplo y su lucha.

Ford y Kissinger pueden estar o no dispuestos a arrojar a Pinochet al basurero, hoy, mañana o pasado mañlana, en función de las dificultades que les significa sostener un esbirro tan bárbaro y tan caro como lo es Pinochet y. su banda de asesinos. Ford y Kissinger pueden o no sacrificar a Pinochet a cambio de algún otro generalote o del mismo Frei. Sin embargo, las hipotéticas aperturas liberales propiciadas por el im perialismo no son ni pueden ser la meta de la clase obrera de Chile.

Los testaferros militares o civiles del imperialismo, Pinochet o Freí, además, hoy por hoy caminan del brazo. La clase obrera de Chile sabe que ambos son sus enemigos irreconciliables, que ambos son engendros de la CIA, y que sólo contando con sus propias fuerzas la clase obrera podrá unir a todo el pueblo detrás suyo y derrocar a la dictadura.

No tenemos otra alternativa realista y eficaz. Miguel Enríquez y la Dirección del MIR comprendieron esto muy bien después del golpe de Estado gorila. Comprendieron que para demostrar la corrección de este camino era imprescindible fortalecer y endurecer al Partido, y disponerlo para el camino más difícil, el de la lucha independiente de la clase obrera y el pueblo de Chile por sus propios objetivos. Al momento de la muerte de Miguel, el MIR estaba ya reorganizado para las nuevas condiciones de lucha clandestina y endurecido ideológicamente para transitar por este difícil camino. A ese objetivo el Secretario General había dedicado sus últimos meses de Vida. Su muerte ha sido, pues, un precio terrible y doloroso que hay que estar dispuesto a continuar pagando.

Al caer, cubierto de gloria, el Secretario General no deja, pues, un camino de retirada sino un impulso hacia adelante. Muchos otros habían caido antes que él y muchos más caerán en el futuro. Miguel murió gloriosamente defendiendo este camino, el único camino de la victoria. Después de su muerte el MIR continuará defendiendo esta linea política. Y, por sobre todo, el MIR sera consecuente con el ideario que animó al Secretario General durante toda su vida política.

El partido de la revolución proletaria

Este ideario no es otro que la lucha por la construcción del partido revolucionario de la clase obrera, el partido de la revolución proletaria de Chile. Desde su temprana juventud hasta el día de su muerte, Miguel Enríquez dedicó su esfuerzo a la construccion de ese partido, desde el punto de vista político, militar, orgánico, teórico y de masas. El y la Dirección del MIR sabían de sobra que no basta proclamarse revolucionario para serlo en realidad. El y la Comisión Política sabían que la construcción del partido revo lucionario de la clase obrera es una de las empresas históricas más difíciles de la época contemporánea. El y la Comistón Política sabían que el partido de la revolución no se forma a partir de "iluminados" ni tampoco de la noche a la mañana.

El sabía que, en cambio, este partido sólo puede ser obra de la tenacidad, de la disciplina, el rigor teórico y, por sobre todo, de la disposición a aprender permanentemente de la clase obrera y de los desposeídos. Es decir, Miguel Enríquez sabía que para triunfar en esta empresa, es imprescindible contar con una imperiosa voluntad de vencer. Y durante toda su vida política Miguel demostró que tenía ese rigor y esa voluntad indispensables. Que tenía la cualidad superior que distingue a los revolucionarios de los que no lo son: la intransigencia en los principios.

Intransigencia Revolucionaria

Pues fue la intransigencia revolucionaria la que le llevó a los veinticinco años de edad, como Secretarto General del MIR, a resistir las desviaciones de derecha y de izquierda que se dieron en 1969 en el primitivo MIR, a disenar la línea de las "acciones directas'1 como nueva forma de lucha, y a encabezar personalmente la lucha clandestina del Partido en contra el gobierno de Frel. En aquellos años, el MIR surgía de la clandestinidad como un grupo revolucionario, aún débilmente implantado en la clase obrera y el pueblo de Chile, y le tocaba hacer frente a un nuevo periodo de la lucha de clases, para el cual no estaba aún debidamente preparado.

Pues, a partir del triunfo electoral de Salvador Allende en septiembre de 1970, el MIR enfrentó una situación de lucha de clases que le habría de exigir enormes esfuerzos de lucidez y previsión para responder como era debido. La situación casi no tenía precedentes anteriores en América Latina, o por decir mejor, muchos otros grupos revolucionarios, como era el nuestro en ese entonces, habían fracasado estruendosanente al enfrentar situaciones análogas o similares. Aunque entonces no sabíamos expresarlo claramente, el MIR enfrentaba una crisis de dominación burguesa sin estar aún constituido como Partido ni como vanguardia revolucionaria de la clase obrera propiamente tal. La historia indicaba que en tales condiciones era muy difícil construir el partido revolucionario de la clase obrera al calor mismo de la crisis de dominación, y, más difícil aún, evitar la contrarrevolución burguesa ultrarreaccionaria en caso de que este partido no lograra constituirse como tal, en el plazo oportuno. Bajo la dirección de Miguel Enríquez el MIR comenzó una acelerada carrera contra el tiempo para ganar la conducción de la clase obrera de Chile, antes de que la gran burguesía lograra reagrupar sus fuerzas y emprender la contraofensiva reaccionaria. Aunque se logró hacer un Partido del pequño grupo que era el MIR a fines de 1970, y se logró perfilarlo como una alternativa revolucionaria del pueblo de Chile, no se logró, en cambio, ganar para el Partido al conjunto de la vanguardia proletaria de Chile ni, por tanto, la dirección política de la clase obrera de nuestro país.

El resultado no fue otro que el que la teoría leninista había constatado hacía más de cincuenta años: el triunfo de la contrarrevolución burguesa ultrarreaccionaria. Pero, aunque no se logró triunfar ni Impedir la derrota, la actividad del MIR dejó una experiencia no desmoralizadora para sus militantes y para un sector de la vanguardia proletaria de Chile, experiencia sin la cual habría sido muy difícil sobreponerse a la derrota del 11 de septiembre. Es completamente exacto afirmar hoy día que sin la dirección de Miguel Enríquez el MIR no habría logrado transformarse en un Partido en el breve plazo comprendido entre 1970 y 1973. Posteriormente, cuando sobrevino el golpe de Estado, Miguel fue no sólo el más valeroso sino que uno de los más lúcidos dirigentes de la izquierda chilena, que acometió directanente la tarea de la reorganización del Partido y la estructuración de la Resistencia en contra de la dictadura. Nunca lució más alto el prestigio del MIR que en esta época en que todo el mundo sabía que su Secretario General permanecía en Chile a la cabeza del Partido. El pueblo sabía que él estaba allí, sabía que él se había quedado a cumplir con su deber y depositaba grandes esperanzas en él. Por su parte, él estaba convencido que ya no se debía a sí mismo, sino que a su papel de organizador y conductor de la clase obrera.

... comprendía que el riesgo de su muerte era un precio que habla que estar dispuesto a pagar para lograr la reorganización del MIR y la unidad de la izquierda chilena

La muerte lo sorprendió en plena madurez política, fundido con la clase obrera y el pueblo de Chile, cuando comprendía cabalmente que el riesgo de su muerte era un precio que había que estar dispuesto a pagar para lograr la reorganización del MIR y la unidad de la izquierda chilena. El y la Comisión Política estaban y están convencidos que el derroca miento de la Junta Militar gorila no podrá ser obra sino de una combinación muy variada de fornas de lucha, en la cual la lucha armada de masas deberá ocupar progresivamente un lugar cada vez más preponderante. El MIR, y en primer lugar Miguel Enríquez, se esforzó y se esfuerza en la organización de los primeros embriones del futuro Ejército Revolucionario del Pueblo, el instrumento militar de masas de la clase obrera y del pueblo de Chile para derrocar a la dictadura. De los combates de septiembre, donde Miguel había participado personalmente con las armas en la mano, extrajo como conclusión que a los militantes del MIR y a la clase obrera de Chile les faltaba la experiencia misma del combate militar, indispensable para enfrentar a asesinos profesionales como son los gorilas chilenos. Imbuido de esta idea, propició después del golpe de Estado, lniciatvas para foguear progresivamente a los militantes del MIR en los hábitos y normas de la futura contienda militar de masas en contra de la dictadura.

Discípulo político del Ché, entendía su tarea de dirigente como un deber antes que un derecho, y a veces, cuando era necesario, no rehuía participar y dirigir las tareas más riesgosas en medio de la más brutal represión gorila. Al cabo de una de esas tareas peligrosas, encontró la muerte el pasado 5 de octubre. Si desde el golpe de Estado hábían caído miles de víctinas de la clase obrera y del pueblo de Chile, Miguel Enríquez y la Dirección del MIR no encontraban motivos por los cuales un dirigente de la izquierda podía permitirse el lujo de marginarse del peligro. Si más de un año de lucha clandestina no habían logrado aún la unidad de la izquierda chilena, Miguel Enríquez confiaba en que su presencia en Chile debería acelerar este cbjetivo. Si más de un año de hambre y de terror exigían la más pronta lucha del pueblo, Miguel contaba también con que su presencia contribuiría también a ese objetivo.

No se equivocó.

Lo que no alcanzó a hacer en vida, lo logrará y lo está logrando el ejemplo de su muerte. Así cono Salvador Allende murió defendiendo el gobierno de la Unidad Popular que era apoyado por la clase obrera y el pueblo de Chile, Miguel Enriquez sucumbió luchando por organizar a la clase obrera y al pueblo y por unir a la izquierda chilena para el derrocamiento de la dictadura. Cada uno a su manera, Salvador Allende y Miguel Enríquez, son hoy banderas de unidad y de combate del pueblo contra la dictadura.

Internacionalismo Revolucionario

Internacionalista de convicciones profundas, sabia que la lucha de la clase obrera de Chile era y es la lucha de todos los pueblos del mundo. Por ello, saludó con entusiasmo la solidaridad militante que desde un primer momento ofrendaron al pueblo de Chile el Partido y el pueblo cubano. El y la Dirección del MIR saludaron con entusiagno la ruptura de relaciones diplomáticas con la dictadura y la actitud solidaria asumida por Cuba, la URSS, la RDA, Vietnam, Corea y la mayoría de los Estados del campo socialista, por Argelia y otros Estados progresistas. Asimismo, el Secretario General del MIR abrió nuevas relaciones solidarias con nuestros Partidos hermanos dé América Latina, el PRT- ERP argentino, el MLN-Tupanaros uruguayo, y el ELN boliviano. Estas relaciones soli darias revisten la más profunda significación para el futuro de la lucha revolucionaria en el Cono Sur de América Latina. Además, estos Partidos hernanos han tenido hacia nosotros actitudes solidarias de una generosidad sin precedentes, y que destacamos ante todos los revolucionarios del mundo. Así mismo, otras fuerzas revolucionarias y progresistas de América Latina, Europa Occidental y Estados Unidos nos han brindado también su solidaridad militante.

Héroe de la clase obrera

Ahora el nombre de Miguel Enríquez es la bandera de guerra del MIR, la Resistencia chilena y la clase obrera y los oprimidos de Chile.

El suyo no será un recuerdo pasajero en la menoria de algunos pocos.

Ha muerto como un héroe popular, como un héroe de la clase obrera de Chile, cuyo ejemplo, cuyo Partido y cuyos escritos impulsarán la guerra a muerte de los oprimidos en contra de la dictadura.

Recuerdo palabras de una declaración de la Comisión Política de fecha 10 de septiembre de 1974, escritas tan sólo algunas pocas semanas antes de su muerte, palabras en las cuales su redacción personal es inconfundible:

"La lucha será larga y difícil. Recién comienza.
Hemos recibido algunos golpes. Los hemos superado.
Más golpes vendrán.
Sabemos que en esta lucha se nos puede ir la Vida,
pero la continuarenns hasta la victoria final."

Los cables provenientes de Chile informan que los gorilas vigilaron celósarrente el recorrido de su ataúd hasta la tumba y desplegaron un enorme contingente para impedir todo cortejo fúnebre.

Es que hasta los gorilas saben que la clase obrera y el pueblo de Chile apretaron los dientes de rabia cuando él cayó luchando por ellos, que lo admiraban y lo querían con esperanza y que habrían desbordado las calles de Santiago para acompañar sus restos mortales.

Pero es inútil que los gorilas traten de separarlo del pueblo. Su Vida, su obra y su ejemplo harán nacer muchos Miguel Enríquez de las entrañas de la clase obrera. Más temprano que tarde, miles de Miguel Enríquez conformarán los destacamentos más aguerridos y heroicos de la clase obrera de Chile. Entonces la dictadura militar de la gran burguesía chilena y del imperialisno yanqui temblará de espanto ante estos soldados de la clase obrera, nacidos del ejemplo de Miguel y otros héroes populares.

Más temprano qua tarde la clase obrera y el pueblo de Chile, y un nuevo ejército, el Ejército Revolucionario del Pueblo, comenzarán a dar golpes cada vez más contundentes a la dictadura gorila.

. Entonces Pinochet conocerá, no al pueblo desarmado del 11 de septiembre de 1973, sino a la fuerza terrible de la revolución proletaria.

Entonces otros días vendrán. Los que lo conocieron aprenderán de Miguel para vencer.

Y un día del futuro, ese día en que los obreros y campesinos de Chile derrocarán por las armas a Pinocnet, ese día en que la revolución proletaria hará valer su tuerza descomunal, ese día en que muerto por muerto sera vengado, en que el Estado burgués y su cuerpo de oficiales seran demolidos hasta sus cimientos para dar paso al nuevo Estado de los obreros y campesinos de Chile, ese día glorioso,. la imagen de Miguel Enríquez guiará la ira de los trabajadores y de los desposeídos, y no habrá caverna donde los verdugos del pueblo de Chile puedan esconderse.

Viva Miguel Enríquez!, será una vez más la consigna de la clase obrera de Chile, que entonces acudirá a la tumba del fundador, del que en apenas treinta anos de vida contribuyó decisivamente a la preparación de las basas teóricas y materiales de la revolución proletaria de Chile.

Viva Miguel Enríquez!, será entonces el grito victorioso del ejército de la clase obrera de Chile, del Ejército Revolucionario del Pueblo, que entences recordará una vez más a su inspirador, al primero y el más destacado revolucionario chileno que construyó los primeros embriones del Ejército Revolucionario del Pueblo, y que supo morir como un soldado de la clase obrera.

GLORIA Y HONOR AL SECRETARIO GENERAL CAlDO EN COMBATE !!
EL NOMBRE DE MIGUEL ENRíQUEZ ES EL ESTANDARTE DE GUERRA DE LOS OPRIMIDOS, DE LA RESISTENCIA CHILENA Y LOS MILITANTES DEL MIR I!
EL NOMBRE DE MIGUEL ENRíQUEZ, EL DE SALVADOR ALLENDE Y OTROS HEROES POPULARES SON LA BANDERA DE UNIDAD DE LA IZQUIERDA CHILENA !!
OTRO HA TOMADO EL FUSIL DEL SECRETARIO GENERAL CAIDO !!
EL MIR NO SE RINDE !!
LA RESISTENCIA POPULAR TRIUNFARA !!
VIVA LA REVOLUCION OBRERA Y CAMPESINA DE CHILE !!
VIVA MIGUEL ENRíQUEZ !!




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Nuestro Pensamiento

discuta con nosotros escribanos



Discurso
pronunciado por don Edgardo Enríquez F.
En la Inauguración del hospital clínico regional
"Miguel Enríquez Espinoza"
en la ciudad de la Habana, Cuba.


Como todos los hombres, he tenido en mi vida momentos felices y otros muy amargos. Desde el 11 de septiembre de 1973, día de sangre y de traición, estos últimos han sido muchísimo más numerosos y más crueles, A las penas que, con mi mujer, hemos debido sufrir, inmensas e irreparables, se han sumado, golpeándonos también con su brutal crudeza, las de varios millones de chilenos que carecen hasta del derecho a llorar en público, y, por supuesto, tampoco pueden protestar contra la injusticia, el abuso, el atropello, el desempleo y el hambre.

Hoy día, gracias a ustedes, hermanos cubanos, estamos mi mujer y yo viviendo momentos de intensa emoción, inolvidables, preñados de posibilidades y esperanzas. Han querido ustedes, y su gobierno ha accedido a ello, han querido ustedes, repito, poner el nombre de nuestro hijo Miguel a este hermoso y moderno hospital regional clínico quirúrgico.

Qué gesto tan bello el vuestro ! Cómo conmueve hasta las fibras más profundas de nuestros espíritus! Un hospital regional con el nombre de nuestro hijo! Cuán orgulloso habría estado él que dedicó toda su vida al estudio de la medicina y de los problemas del pueblo, precisamente para poder servilo mejor, para darle ese bienestar físico, social y espiritual a que tiene derecho, y que exigen los modernos conceptos de salud.! Era apenas un niño, no había cumplido todavía diez años de edad, cuando ya orientó su vida hacia esos objetivos. Una fría mañana a comienzos de octubre, poco antes de irse a la escuela, vino corriendo hacia mi. "Padre, me dijo con agitación. Ahí, al frente, en esos sitios desocupados hay varios niños durmiendo. Pasaron allí toda la noche. Por qué, padre? Es que no tienen casa?". Al contestarle que seguramente era así, se le llenaron de lágrimas sus ojos. 'Cómo voy a poder vivir tranquilo?, me dijo. Cómo voy a poder dormir en mi cama, si a pocos metros hay niños durmiendo en la calle?". Desde ese día, en efecto, ya no pudo vivir como los demás niños. Esa mañana de octubre nacía Miguel Enríquez Espinoza, el luchador.

Jugaba, reía, hacía bromas, pero, principalmente, leía, preguntaba trataba de informarse, de comprender lo que no sabia. Cómo lo temían los profesores o inspectores arbitrarios o negligentes!, Con lógica demoledora, con espíritu indomable, defendía la causa de sus compañeros cada vez que alguno quería hacerlos víctima de atropellos o in justicias. Una vez, por una de esas defensas, un mal profesor pidió se le sancionara en toma ejemplarizadora. De inmediato se alzaron varias voces en su defensa. El no le faltaba nunca el respeto a nadie, dijeron, pero dice lo que estima justo, y lo expresa con claridad, con unos razonamientos que son realrrnnte admirables. Es extraordinaria la cultura que ese niño ya posee, es excepcional su eterna curiosidad, su ansia de saber, su pasión por la justicia. Que a usted le ha molestado, colega, la forma como Miguel respondió ante su actitud? Bueno, ya lo sabe, sea más cuidadoso cuando él esté presente y alégrese de que haya niños así.. Ojalá tuviéramos muchos más como él !

A los 16 años de edad, siendo ya alunno de primer año de medicina, tuvo una larga discusión con el Rector de la Universidad de Concepción ante todo el alumnado, el Honorable Consejo Universitario y una buena cantidad de sus profesores. El Rector, molesto por algunas protestas de los estudiantes por ciertas exigencias exageradas de los directores de los Institutos, los había reunido en Asamblea General para llamarles la atención. En un momento de apasionamiento, les dijo que eran unos mediocres, que aspiraban a obtener un titulo universitario sólo para lograr seguridad económica, escalar situación social y asegurarse, en su medianía, la eficiente y oportuna protección de los respectivos colegios profesionales para cada uno de sus errores. Contestó el Presidente de la Federación de Estudiantes, alumno de quinto año de Leyes: humildemente solicitó de las autoridades universitarias que los perdonaran en atención a su juventud e inexperiencia. Entonces pidió la palabra Miguel, Con voz serena, pero entera y potente ante la estupefacción general, expresó: "No le acepto sus palabras, señor Rector, las considero insultantes. Usted nos ha tratado de mediocres que sólo buscamos un título para lograr ventajas y privilegios. Le exijo que retire sus expresiones." Algo sorprendido, pero seguro de sí mismo, sonriente y burlón, le preguntó el Rector: "Y qué es usted, entonces? Acaso un ser superior?" Risas generales. Sin perder la calma, replicó Miguel: "No soy un mediocre. Lo he demostrado al egresar de sexto año de Humanidades y aprobar mi bachillerato. Formo parte, pues, de ese 1% de cada generación escolar que alcanza en Chile tal situación. Además, senor Rector, una comisión especial de profesores de la Universidad, después de estudiar mis antecedentes y de interrogarme por cerca de una hora; me seleccionó en uno de los primeros lugares entre cerca de mil postulantes para primer ario de medicina. Represento así, a una fracción de ese 1% de cada generación que aludía hace unos momentos. No soy, pues, un mediocre, y tampoco he venido aquí en busca de un título que me sirva para escalar posiciones de privilegio. Quiero ser médico para servir a mis semejantes, no para aprovecharme de ellos. No puede usted, como Rector de una Universidad, tener ese concepto de sus alumos, y lo desafío, señor, para que vayamos juntos ante el presidente del Colegio de Abogados, su colegio, a que repita allá, en su presencia, sus conceptos despectivos para los profesionales en general, y para el papel que, según usted, estarían cumpliendo los Colegios como defensores incondicionales de los errores que, debido a su mediocridad e ignorancia estarían cometiendo sus colegiados". Silencio absoluto en la Asamblea. El Rector, ya sin sonrisas, perdida la serenidad, le respondió en torna irónica e hiriente. "Señor, replicó entonces Miguel, está usando conmigo una vieja táctica: quiere ofenderme para que, enojado, le falte yo el respeto. No lo voy a seguir señor; no voy a cometer el error de caer en la trampa. Lo único que le he pedido es que retire sus palabras ofensivas que hieren, además, mis ideales de estudiante de una profesión digna". Y se sentó. Fuera de sí, quiso el Rector ordenarle que se pusiera de pie y continuara discutiendo. "No, señor, dijo Miguel claramente. Me niego a seguir esta discusión con usted; no ha sido usted leal en sus procedimientos con un alunno que sólo ha protestado por sus expresiones desmedidas e Insultantes. Me niego". Y continuó sentado. Tensión inmensa en el ambiente. Nadie hacía un solo movimiento o ruido. Volvió a hablar Rector. Con mucho cuidado, escogiendo sus palabras, reconoció que no había sabido expresar con claridad sus ideas. "Puede, dijo, que se las pueda tomar como insultantes. Nunca fue esa mi intención. No podría yo, Rector de una Universidad, continuar moralmente sirviendo mi cargo si creyera que los alumos que estamos formando son mediocres, ambiciosos e interesados. Tampoco he querido menospreciar la labor de los Colegios Profesionales". Se relajó el ambiente. La reunión terminó con una solución armónica para el problema planteado entre los alumnos y los directores de los Institutos. A la salida, un consejero de la Universidad, de esos que nunca faltan, propuso al grupo de autoridades universitarias, que se disponía ya a tomar sus automóviles, expulsar a Miguel en la próxima reunión del Consejo por su actitud irrespetuosa. "Cuidado!, le dijo el Rector. A ese joven, mejor dicho a ese niño, no me lo toca nadie. Yo tui el culpable. Menosprecié al auditorio. Siendo seguramente el menor de todos los presentes, fue el único que reaccionó como todo un hombre. Me llamó la atención en la forma que me merecía por mi ligereza inexplicable. Nadie le toca a él un pelo".

Con un grupo de sus compañeros, entre los que estaban Bautista van Schouwen, Luciano Cruz, mi hijo Edgardo, Andrés Pascal, y otros tres o cuatro más que no nombro voluntariamente para no exponer a sus familiares que todavía residen en Chile, formaron un grupo de estudio y trabajo. Leían, estudiaban, discutían horas enteras todas las noches. Analizaban y devoraban todo cuanto había ocurrido o estaba ocurriendo en Cuba. Fue así como formaron el Movimiento de Izquierda Revolucionaria, el MIR, que rápidamente ganó adeptos entre los jóvenes universitarios, pero que, como era de esperar, fue también combatido enérgicamente por otros grupos y partidos políticos. Hubo cientos de asambleas y foros realizados, primero en Concepción y después en otras ciudades de Chile. En ellos, Miguel ganó fama de ser terrible adversario en la polémica, tanto en una discusión seria y profunda sobre política, economía o filosofía, ciencia o historia, como en una en que primara el ingenio, la respuesta rápida, ocurrente, oportuna, divertida, que aplanaba al contrario. Hombres fogueados, parlamentarios de gran experiencia, cometieron ese error; al verse perdidos en un debate razonado en que pretendieron defender la sin razón de los poderosos, quisieron salvarse mediante el chiste fácil, la postura en ridículo del adversario; qué mal les fue siempre con Mtguel en ese terreno!

Una vez, desesperados, los reaccionarios llevaron a una asamblea un centenar de muchachitas, hermosas todas, para que no lo dejaran hablar mediante gritos, consignas, etc. Miguel, en el Centro de la sala, las contempló un minuto, dos. En seguida avanzó hacia donde ellas estaban, y con esa sonrisa contagiosa que iluminaba su hermoso rostro, hizo un ademán de abrazarlas y besarías a todas. Sorpresas, risas generales. Terminaron apiaudiéndolo a rabiar.

Muy pronto, ya nadie se atrevía a enfrentarle públicamente; sacerdotes, diputados, senadores, profesores universitarios, políticos, eludieron los foros en que Miguel participaba.

Un día llega a Concepción el senador norteamericano Robert Kennedy. Lo acompañaba numerosa comitiva norteamericana de políticos, periodistas, guardaespaldas, operadores de cámaras de cine y de televisión, etc. Se reunió con las autoridades, los intelectuales, los periodistas, los políticoss, los delegados estudiantiles chilenos, en una amplísima conferencia. En un momento dado, mientras hablaba un chileno, el senador Kennedy tomó el microfono de la grabadora e hizo un comentario en inglés que provocó la hilaridad de toda su comitiva. Miguel, que estaba en el fondo de la sala, avanzó resueltamente y en medio de la sorpresa general tomó con decisión el micrófono de manos del senador norteamericano y en perfecto inglés le enrostró su actitud. "Usted, le dijo, ha venido aquí, no interesado por nuestros problemas, ni a buscarles solución. Usted está trabajando su campaña para la presidencia de Estados Unidos. No le acepto que venga a utilizarnos a nosotros para fines personales suyos. Si quiere chistes y hacer reír, yo también puedo contarle varios que se refieren a Vietnam, o a la explotación de nuestros obreros por capitales y sociedades nacionales y extranjeras. Vamos a Pueblo Hundido, junto a las minas de cartón de Lota, y allí podrán reírse ustedes, todos hasta las lágrimas viendo tanta miseria y abandono". Robert Kennedy se puso serio, algunos de sus guarda- espaldas quisieron avanzar, él los contuvo con un gesto. Cambiando totalmente el tono y el nivel de la reunión, discutieron mano a mano con Miguel, en inglés, sobre diversos prcblemas nacionales. Entusiasmado y muy cordial lo invitó a visitar Estados Unidos con todos los gastos pagados. Miguel no aceptó y lealmente le recomendó que no fuera a una asamblea que tenía programada con los estudiantes. Kennedy no siguió su consejo y se debe haber arrepentido de ello porque allí recibió violenta y bulliciosa contramanifestación estudiantil. Sin descuidar sus estudios de medicina, pues sabía distribuir su tiempo en forma admirable, viajó por Chile, Perú, China, Checoslovaquia, Cuba, Francia, Hong Kong, etcétera. Todavía no llegaba a sexto año de medicina, y ya había conversado con los más altos exponentes de la politica nacional y muchos lideres internacionales, especialmente cubanos. En Perú, seguido de cerca por la policía, sostuvo larga entrevista con un dirigente que estaba en la clandestinidad, y en China se reunió muchas horas con médicos y líderes obreros y políticos distinguidos.

Cuando fue a Santiago a rendir su examen de médico, ya era conocido como dirigente revolucionario. Tenía 23 años de edad, Debió enfrentar comisiones de examinadores reaccionarios, algunos de los cuales hicieron cuanto les fue posible para perjudicarlo.. Podría contarles, por ejemplo, su examen de clínica obstétrica, en el cual el profesor debió aprobarlo con distinción, ante todo el auditorio contrario a Miguel que se había reunido en la sala para ver como ese médico reconocidamente derechista despedazaba y postergaba a ese joven y equivocado dirigente rojo. Sin perder la calma ante los gritos e interrupciones del examinador, Miguel lo obligó a confesar que no había asistido al último congreso de obstetricia en que se había debatido extensamente la enfermedad de que padecía la paciente que le habían entregado minutos antes y teartinó recomendándole que adquiriera y leyera la última edición de la obra de un famoso cbstetra en la que éste preconizaba el tratamiento propuesto por Miguel y rechazaba, en cambio, con fundadas razones científicas y experimentales, el que estaba proponiendo el examinador. "Señor profesor, terminó Miguel, en el capitulo tal, del tratado, puede usted encontrar lo que le estoy diciendo. Pero cuide de que sea la última edición la de hace seis meses, y no la anterior, de hace años, que parece es la que usted posee". Todo el auditorio aplaudió en tusiasmado.

Obtuvo su título de médico recién cumplidos los 24 años. Fue aprobado con distinción máxina. En concurso nacional, ganó una beca en el Instituto de Neurocirugía del profesor Asenjo y Héctor Valladares. Cumplía con brillo las exigencias de su especialización cuando el presidente Frel inició la persecución policíaca al MIR. En junio de 1969 pasó a la clandestinidad y debió, así, abandonar prácticarrrnte la medicina.

Aceptó el sacrificio, pero debo declarar que la última vez que estuve en su casa, poco antes del golpe de septiembre de 1973, me mostró los libros de medicina que había adquirido no hacía mucho "para mantenerme al día, me dijo. Aunque sé, agregó, que como están las cosas en el mundo actual, solamente por la vía revolucionaria será posible lograr el bienestar y la liberación de las mayorías. Es a esa labor a la que debo dedicar toda mi atención, y la hago poniendo en ello todo el calor de mi vida".

Tendría tanto más que contarles de Miguel, ese médico revolucionario e idealista que fue nuestro hijo. Hablarles de su amor a la vida, de sus ansias por alargar y multiplicar las horas para alcanzar a hacer todo lo que él quería. "Un día, no sé cuándo, solía decir, voy a caer. Mis huesos quedarán por ahí, tal vez, blanqueándose al sol. Mi temor es no haber alcanzado a hacer cuanto he planeado".

Quisiera contarles de su preocupación, de su amor por los niños. Cada vez que podía pasaba horas enteras con ellos; los escuchaba, jugaba, contestaba con seriedad sus interminables preguntas, les enseñaba a silbar, a imitar animales. Ellos lo adoraban, se le subían por la rodillas, estaban de fiesta en cuanto el llegaba. Me gustaría hablarles de su dolor ante el sufrimiento de los pobres y desvalidos. La mujer enferma y abandonada, la mujer enbarazada, la mujer con un niño en brazos, la que estaba dando a luz, la que pedía limosna para sus hijos, eran para Miguel el primer deber de la revolución. Niños y mujeres, enfermos y jóvenes privados de toda posibilidad de estudiar y progresar, merecían para él atención preterenclal. "Por ellos luchamo", me dijo en más de una ocasión. Era, en cambio, implacable con los flojos y remolones, con los patrones que explotaban a sus obreros y enpleados, con los profesionales preocupados de hacer dinero, especialmente los médicos pendiente de comprar el último modelo de automovil, con los arbitrarios, con los oportunistas -candidatos eternos a mayores facilidades y ventajas-, con los que perdían el tiempo y las posibilidades. Odiaba la injusticia, la crueldad, la torpeza, la ignorancia, la hipocrecía política. Con éstos, con los falsos politicos, era terrible y despiadado. "A usted, le dijo un día a uno de ellos en una asamblea después de haberlo desenmascarado públicamente, sólo le queda retirarse de esta sala, de rodillas, avergonzado y pidiendo disculpas por toda una vida de engaflo e hipocresía". Se trataba nada menos que de un senador que, haciendo alardes de indignación, se retiro sin embargo, humilde, resignado y precipitadamente. Admiraba a los luchadores de todos los tiempos. Con qué entusiasmo leía cuanto había sido escrito por ellos y sobre ellos, Conocía detalles de sus vidas y sus pensamientos ignorados aun por sus connacionales y especialistas.

Cuando murió el Ché sufrió intensamante, se puso enfermo. Pero, con esa voluntad que lo distinguía y caracterizaba se recuperó de inmediato y organizó actos en homenaje a tan sobresaliente luchador. Recordó en ellos su vida ejenplar de revolucionario, lo que había significado para la liberación de Cuba, cuánto habían influido sus pensamientos y doctrinas en la formación ideológica de él mismo, de Miguel y del grupo de muchachos que habían creado el MIR. "Su muerte, dijo, priva a la liberación americana y a los oprimidos del mundo entero, de las arnas más eficaces y poderosas: La preclara inteligencia, la voluntad indomable del Ché. Pero, agrego, aún después de muerto, él seguirá luchando con nosotros. Su ejemplo guiará nuestras acciones revolucionarias. Su muerte misma, luchando, nos ha señalado un rumbo, nos ha dado un ejemplo, que ninguno de nosotros podrá olvidar cuando llegue el momento". Lo escuchaban silenciosos y emocionados Bautista van Schouwen, a quien también he querido como un hijo, Sergio Pérez, José Bordaz, Fernando Krauss, Alejandro de la Barra, Juan Carlos Perelmann y nuchos otros, Todos ellos, y él mismo, habían de vivir, años después, los momentos que esa tarde Miguel vaticinaba. Y todos, supieron cumplir sin vacilación alguna con la norma que voluntaria y racionalmente se habían impuesto! nacionalmente he dicho, y sé por qué lo digo. Un día, no hace mucho, revisando y ordenando los papeles de Miguel, encontré una hoja entre sus apuntes. Tenía fecha Primero de Enero de 1952. Estaba escrita de su puño y letra y firmada por él. "Juro, decía en ella que viviré sin terror ni pusilanimidad, siguiendo sólo los dictados de mi conciencia, sin temor al ridículo, al qué dirán o a la opinión ajena. Si no fuera constitucionalmente valiente, me haré valeroso por la vía racional". Tenía 17 años cuando escribió esto. Quienes lo conocieron saben que siempre vivió de acuerdo a ese pensamiento haciéndose valeroso por la vía racional. No dejando nada entregado a la casualidad o a los instintos. Así se explica que, amando la vida tan intensamente, estuviera exponiéndola cada vez que su razón le indicata que era necesario. Personalmente cumplía las acciones más riesgosas pese a las protestas de sus compañeros.

Amaba a sus dos hijos con ternura conmovedora. La mayor, Javiera, de cinco años, que ahora vive con nosotros en Inglaterra y sabe de su muerte heroica, siempre está recordándolo. "Todas las noches, me dijo un día, sueño con papá Miguel". "Como?, le pregunté extrañado, sueñas con él cada vez que te duermes?"."No, abuelo, me explico, es que todavía no me he dormido cuando recuerdo las veces que estábamos juntos y él jugaba conmigo. Se tendía a mi lado en el suelo o en mi cama me explicaba todo, me leía, me abrazaba, así, abuelo...", y mientras hablaba, ella me apretaba tiernamente con sus bracitos. En la última carta que de Miguel recibimos, nos hablaba de su compañera Carmencita, y de su felicídad porque ella esperaba un hijo suyo. Amando tanto la vida, quedándole tanto por hacer, seguro como estaba del triunfo final... "Vamos a derrotar a esos carniceros. No te quede duda alguna de ello, padre", me decía en esa su última carta. Sin embargo, a pesar de todo eso, prefirió continuar y organizar la lucha desde el Interior de Chile. Sabía, naturalmente, que en esa forma estaba arriesgándose temerariamente. Se lo dijeron sus compañeros y amigos del extenor, No quiso irse. Se negó siempre.

Murió combatiendo, luchando por sus ideales y la causa de los oprimidos y postergados, la tarde trágica y gloriosa a la vez del 5 de octubre de 1974.

Luchó dos horas, la mayor parte de ellas completamente solo, contra cientos de soldados, numerosos carros blindados y helicópteros. Herido por las bombas y las balas siguió combatiendo. Su compañera yacía en el suelo, también gravemente herida. Le hablaba, trataba de reconfortarla, pero seguía disparando, resistiendo.

"Me haré valeroso por la vía racional", había escrito a los 17 años. Luchó y murió racionalmente esa tarde de octubre de 1974. Veintiún años atrás, cuando apenas tenía nueve años de edad, también en octubre, al ver que había niños en la miseria durmiendo en la calle, había nacido en él su espíritu de lucha y rebeldía.

Veinticuatro horas después, por gestiones personales de un obispo católico, con quien no habíamos hablado y a quien tampoco he tenido el honor de conocer para agradecerle el gesto generoso, nos entregaron su cuerpo desnudo y destrozado. (No sé todavía si sus asesinos se jugaron sus ropas ensangrentadas a la suerte, o se las disputaron como trofeos de guerra). Tenía diez heridas a bala. Una de ellas, la ultima, le entra por el ojo izquierdo y le destruyó el cráneo.

Al verlo, con el resto de su cara serena, sonriente casi y con un dejo burlesco en la expresión, dije a mi mujer, su madre: "Quienes le dispararon sabían que aunque desfiguraran su hernoso rostro y destruyeran su cerebro privilegiado, no lograrían jamás borrar la imagen que de él se ha formado el pueblo, ni sepultar sus generosos y sabios pensamientos inspirados por sus elevados y dignificadores ideales" Con él no moría su causa, ni su doctrina liberadora, ni el movimiento arrollador, visionario, incontenible, que él, junto a un grupo de jóvenes chilenos, había creado y que ya ha traspasado las fronteras de Chile. Lo prueban los cientos, los miles de mártires que, antes y después de él, han caído luchando contra la opresión, la injusticia, la tiranía, la barbarie.

El 7 de octubre de 1974, a laS 07:30 horas de la mañana, fuimos a sepultarlo. Sólo autorizaron a ocho miembros de nuestra familia para que nos acompañaran hasta el cementerio. Había, en cambio, policía armada y carros blindados en todas las bocacalles y lugares estratégicos del recorrido. Nos rodeaban más de 100 carabineros armados con ametralladoras, numerosos agentes de Investigaciones (que expulsé violentamente de mi casa cuando pretendieron entrar a ella en los tiltimos momentos anteriores a la partida), y varios oficiales del ejército, vestidos de civil. Muchas ametralladoras nos apuntaban. El coronel y los oficiales de carabineros que dirigían el "operativo", no se atrevían a dar la cara.

"Miguel Enríquez Espinoza, hijo mío, dijo su madre con voz entera en el momento en que depositaba el único ramo de flores permitido, hijo mio, tú no has muerto. Tú sigues vivo y seguirás viviendo para esperanza y felicidad de todos los pobres y oprimidos del mundo".

Confusión, inquietud en las filas policiales; sorpresa en los rostros; temor en los plexos vegetativos abdominales; contracciones espasnódicas en las vísceras. Miraron al coronel. Este bajó la vista, corrido (no digo avergonzado porqué sería suponer un mínimo de conciencia).

Y su madre tenía razdn. Ella había interpretado el pensamiento de millones de chilenos. Miguel sigue viviendo en el corazón y en la mente del pueblo, de los estudiantes, de los profesionales, de los artistas, de los intelectuales, de todos aquellos, en fin, que quieren un mundo mejor y más justo para todos, y no Salo y exclusivamente para un grupo de privilegiados.

Hoy día, en este momento, aquí, a miles de kilómetros de su patria martirizada, está renaciendo una vez más. Un hermoso, completo y moderno hospital llevará su nombre. Lo decidieron así los que en él trabajan. Han contribuido a construirlo, con sus propias manos, desde el director hasta el más joven y modesto de sus funcionarios. Cada enfermo que aquí cure sus dolencias, llevará algo de lo que Miguel Enriquez quería: que desapareciera el dolor y el abandono, que la salud, el bienestar y la felicidad alcanzara a todos.


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