-La casi total ausencia
de organizaciones populares independientes, radicales
y antagónicas con el sistema de dominación.
-La crisis estructural que afecta al sindicalismo chileno
sobreviviente al anterior periodo de acumulación de fuerza
el que otrora fuera el eje de organización del movimiento popular
hoy se encuentra seriamente limitado y “descolocado históricamente”
para liderear la defensa
de los complejos intereses del pueblo pobre
en las nuevas condiciones de la lucha de clases.
-La existencia de una vasta red de organizaciones populares,
financiadas controladas dirigidas y protegidas
por la actual institucionalidad
como proyección de las funciones contrainsurgentes del Estado
presentes en todo el mundo popular,
constituyendo una formidable barrera
donde las demandas populares se agotan
sin generar ninguna forma de organización autónoma e independiente.